jueves, 25 de noviembre de 2010

Dentro de un cuento de hadas*

Fotografía de http://enyesques.wordpress.com/


La vida es un camino lleno de agujeros y de flores. Cada día que pasa parece que sean todos igual, pero en un segundo y cuando menos te lo esperas te puede cambiar la vida.

Desde pequeña te enseñan que todas tenemos un príncipe azul que nos espera. En todas las películas de Disney  las protagonistas encuentran su amor verdadero.

Toda niña sueña con ser como una de esas princesas de los cuentos de hadas. Pero cuando te vas haciendo mayor te vas dando cuenta de lo difícil que es encontrar a esa persona.


Cuando te hablan de amor, todo parece perfecto. El sentir una persona dentro de ti, que te quiere, que te respeta, que está contigo en los peores momentos, que te sientes feliz en esos momentos que pasáis juntos, pero no siempre resulta tan sencillo, todo tiene su cara oculta.

Cuando te enamoras de una persona a primera vista resulta muy complicado intentar hablar con ella por la vergüenza, pero intentas hacer lo posible para poderla ver e intentar mantener una conversación. Siempre tienes la duda de qué pensará de mí, nunca se sabe. El amor no ocurre porque un caballero te salve la vida y nazca ese sentimiento, sino que es un proceso lento en que las dos personas tienen que conectar y conocerse, porque con esa persona va a ser con quien vas a pasar bonitos momentos.

Los primeros momentos cuando te enamoras de alguien son los más emocionantes por la sensación que tienes dentro de ti. No sé si existe el príncipe azul, pero lo que sí sé es que el amor te puede llegar a dar mucha fuerza.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Sabes eso que dicen, que no escoges de quién te enamoras?


Nunca me había pasado esto. Fue a primera vista, la vi y me enamoré. Tenía dudas sobre esa persona, no la conocía, ¿cómo me pude haber enamorado de ella?
A medida que pasaban las horas, los días, las semanas, los meses... me di cuenta de que sí; me había enamorado.

Me pasaba el día mirándola. Y cuando ella me miraba, mi mirada se desviaba hacia otro lado, por vergüenza, supongo. Cuando me hablaba no podía creer que lo estuviese haciendo conmigo. Cuando me rozaba, tenía una extraña pero agradable sensación. Cuando la veía con alguien con quien tenía más confianza, tenía celos. Cuando la veía por la calle, la seguía solo por descubrir dónde demonios vivía.
Me había enamorado muchísimas veces, o eso creía. Pero nunca antes había tenido esa sensación en el estómago, esas famosas mariposas de las que todo el mundo habla cuando está enamorado.

Entonces se lo conté a mis tres mejores amigas y a dos amigos. No se lo creían, y lo entendían menos. Aunque esto de entenderlo también me costaba a mí. Ahora empiezo a hacerlo, y con dificultad. Era muy raro en mí que me enamorase de esa persona, justamente de esa.

Aún estoy enamorada y me es inevitable no pensar en ella ni un segundo de este mundo. Una se enamora fácilmente, pero cuando intenta lo contrario no lo es tanto.

martes, 16 de noviembre de 2010

AHORA SOLO ME PUEDE QUEDAR UN BUEN RECUERDO



Ahora lo veo. La gente mayor que nosotros la mayoría de veces tiene razón. ¿Pero por qué no nos lo creemos cuándo nos lo dicen? Pues no lo sé. Digo esto porque me ocurrió un caso, que hasta junio pasado no supe ver; me costó 4 años...
Era el 13 de setiembre de 2006, estaba cansada de no haber dormido a causa de los nervios. Tenía miedo. Dudas sobre los profesores, sobre los que iban a ser mis compañeros, sobre si yo me adaptaría...¡uf!
Supongo que no era la única con esa sensación, pero ése es uno de los momentos en que dejas de pensar en los demás, para estar contigo misma.
Estar allí, junto a 120 más y con solo dos conocidos, te digo yo que no es nada fácil. Que vayan llamando por nombres y que el tuyo no lo digan nunca, tampoco, pero aún es peor que ya hayan llamado a la poca gente que conoces y tu estés ahí, aguantando el tipo, mirando a todo el mundo, con ganas de salir corriendo. Todos callados, primera y última vez que estaremos así... Y hoy, parece que fue ayer.
Al final me llaman, vamos todos en fila, callados y nos conducen a la clase.
A partir de aquí, sobretodo los tres cursos siguientes, no tego palabras para explicarlos. Antes decía que hasta junio no me di cuenta de algo: que no solo éramos compañeros, sino que habíamos formado una familia que nos será imposible olvidar. Gracias a todos aquellos que han compartido mis días, semanas y cursos (1, 2, 3 e incluso ¡4!, que se dice pronto...). Decirles que igual que yo, no olviden NUNCA esos momentos, ese buen rollo, esas ganas de disfrutar al máximo los últimos días con la gran “familia”, las ganas de organizar cenas, salidas a la playa... ¡Te hacen sentir tan especial....! Gracias.

Por querer un pastel de queso yo vi…

Salí con prisa y agobio de la pastelería Fernando Sáez, situada en la Calle Melancolía de Barcelona. Se me había ocurrido probar el famoso pastel de queso que me había recomendado mi amiga Helena, pero al entrar supe que no iba a ser esa tarde. Las encargadas despachaban con maña las peticiones de los clientes, y silenciaban las quejas de aquellas mujeres que se tomaban los mismos pastelitos cada tarde, y los querían a su gusto. Había una mujer muy elegante sentada en la planta superior, junto a la barandilla de madera. Llevaba un vestido con escote de camisola y lentejuelas negras. De sus orejas colgaban dos esmeraldas que se balanceaban como péndulos ligeros en un día ventoso. Gesticulaba mucho y sobreactuaba. Su compañera la escuchaba con empacho en tanto que esperaba su pastel. La mujer en cuestión hablaba con seguridad. Parecía enfadada y con ánimos vengativos.
La camarera avanzaba cuidadosamente con la bandeja muy alzada entre los clientes de la cola. Esta les dejó los pasteles sobre la mesa, pero la mujer se levantó con gran enojo y le gritó que eso no era lo que había pedido. Entonces cogió el jersey que colgaba de la silla, y se fue sola, dejando tras de sí un regusto amargo. Pude ver como una inocente lágrima se deslizaba por la mejilla de la joven camarera, que se sentía responsable del alboroto aunque no tuviera ella la culpa. Se me hizo un nudo en la garganta, como si me hubiera tragado la llave de mi casa. Me fui. Salí con prisa y agobio de la pastelería Fernando Sáez, situada en la Calle Melancolía de Barcelona.

domingo, 14 de noviembre de 2010

DÍA GRIS


Llueve.

Hoy es un día gris.

Es uno de esos días en que el cielo está lleno de nubarrones del color de la ceniza.

No me gusta.

Solo les gusta a los caracoles, yo no soy un caracol.

Cuando hay tempestad con rayos y truenos me siento viva, pero cuando solo llueve y no se ve nada, solo el gris, me apago.

Me apago, voy como un zombie, como si me hubieran puesto en “stand-by”.

No me gusta.

Estos días no me gustan porque no me apetece hacer nada, me encuentro sola, encerrada en una casa vacía.

Entonces cojo una silla, la llevo delante de la ventana y me siento.

No hago nada, no hablo, todo está en silencio, solo se oyen las gotas de agua contra el cristal.

Me pongo a pensar.

No me gustan los días grises porque pienso en él.


sábado, 13 de noviembre de 2010

PURGACIÓN

Sin miedo, sin prudencia,
con alas de tristeza yo volaba.
Mi alma buscaba
tu perdón y la indulgencia.

Porque me duele tu ausencia,
porque la palabra equivocada
ha herido a mi amada.
Maldita sea mi inconsciencia.

Y así, añorando tu presencia,
tu perdón yo buscaba,
en una pesadilla que nunca se acaba
y que me mortifica la conciencia.

Te he decepcionado con frecuencia,
y nunca te he dicho que llevaba
en mi corazón tatuada
el regalo de tu esencia.
                                     
                                        (dedicado a alguien que aprecio mucho)


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Me considero cobarde

En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero… pero estaba harto de huir. Huir de los problemas me causaba una irritante sensación de arrepentimiento cada vez que lo hacía, de modo que en ese instante me detuve un minuto para reflexionar antes de seguir avanzando. A cada paso que daba me aumentaba la temperatura corporal. Todo parecía exageradamente ruidoso cuando el silencio era prácticamente absoluto. Primero, las ramas crujían empujadas por la brisa que me azotaba la cara y que ululaba cada vez más fuerte; y luego, entre la oscuridad un búho alzó el vuelo y me hizo estremecer. Ya casi estaba en la esquina cuando vi que la mujer que yo asociaba con aquel grito se acercaba corriendo hacia mí y, seguidamente, se alejaba en dirección contraria. Yo hice lo mismo, y mientas corría, pensaba en lo poco provechoso que había resultado superar mi cobardía. Entonces pensé que en el mundo se encuentra gente muy distinta, y que por lo tanto, me podía permitir ser cobarde si también había alguien valiente.

martes, 2 de noviembre de 2010

En una noche fría y humeda...


En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban.
La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo.
Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera pero...
tenía curiosidad, quería saber quién gritó y por qué lo hizo.

Seguí el rastro de ese espantoso grito. Me encontré a una mujer llorando en el suelo. Había un camión aparcado en medio del camino. Me acerqué, vi a un niño tumbado, alguien lo había atropellado en esa noche fría y tormentosa. La mujer desesperada resultaba ser su madre, y el dueño del camión un buen hombre que intentó ayudar, como yo. A veces el sentido común debe dejarse atrás.
En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, mas allá de  aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero...


Tras meditarlo profundamente ante la intranquilidad de la situación me dirigí velozmente hacia el lugar donde se había producido aquel extraño sonido, con el temor de lo que me pudiera encontrar. Al girar la esquina no había nada, salvo una farola que apenas iluminaba el tenebroso lugar. Pude distinguir, a pocos pasos de donde me encontraba, unos jirones de ropa y unas gotas de sangre. Las seguí hasta aventurarme en el angosto lugar para encontrar el cuerpo inerte de una joven mujer, herida mortalmente con un arma blanca, probablemente un cuchillo. Había muerto en un lugar del que era imposible huir sin que lo hubiese visto.

LA CURIOSIDAD...

Fotografía de Joyas de Cantabria
 En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero ese grito que nos podía transmitir miedo o peligro, a mí me produjo una gran intriga. Dicho esto, ¿ya os podéis imaginar lo qué hice, no? Pues sí, me fui acercando poco a poco a esa esquina, con miedo, con el teléfono en la mano por si las moscas y fue entonces cuando vi algo que nunca podré quitarme de la cabeza: esa chica tumbada en el suelo, medio desnuda... y esas preguntas que me pasan por la cabeza desde ese día: ¿hice bien en ir?, ¿por qué nos intrigan tanto las cosas, o simplemente ruidos? Seguro que serán retóricas toda la vida...

En una noche fría y humeda.


En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansada mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la media noche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero… dudé durante 5 segundos y me lancé a ver que pasaba.


Miré al fondo de la calle y encontré a una muchacha sentada en la acera llorando desesperadamente. Me pregunté qué le pasaba y decidí acercarme a ella. La chica no se atrevía a mirarme a la cara ni siquiera a hablarme. Pero se dio cuenta de que no quería hacerle daño y me dijo:  “No dejes que nadie se me acerque”. En ese momento me quedé en blanco, no sabía que decirle ni que hacer. Ella se negaba a contar lo sucedido. Pero fue entonces cuando me miró y observé una marca en la cara que solo podía ser de violencia. Me pregunté quién podía haber sido: su novio, un ladrón... Ella seguía negándose a contarlo. Le dije de acompañarla a su casa y me dijo: “No tengo casa”. Y fue entonces cuando supe que había sido maltratada. La llevé a mi casa, le di un vaso de leche caliente y la acosté en la habitación de los invitados.


Al día siguiente, ya más tranquila, me lo contó todo. Efectivamente su marido pensando que ella le engañaba, la pegó. Con todas las marcas que tenía en el cuerpo podía denunciarlo, ella decidió no hacerlo porque no quería volver a pensar en ello ni tampoco volver a verlo, fueron muchos años de maltrato. Quería empezar una vida nueva lejos de tanta brutalidad y decidí ayudarla a tener una mejor y feliz vida.

EL EXTRAÑO OBJETO

En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero…
La curiosidad me venció. Fui precipitadamente hacia la monótona luz. Lo que vi me dejó sin palabras: un extraño objeto redondo y lleno de pequeños destellos brillaba en lo alto de un tejado, desprendía una gran columna de luz blanca hacia la mojada calle, iluminando a una joven chica, la  autora del grito que había oído.
A pesar de que me froté los ojos dos veces, esa chica estaba levitando hacia el objeto volador, pero desapareció al tocar la superficie de ese frío metal y justo en ese mismo instante, se fue la luz, la nave y la chica. Sólo yo había visto ese suceso.

lunes, 1 de noviembre de 2010

¿Por qué la literatura?

El curso pasado me hicieron escojer uno de los seis bachilleratos que hay. Durante muchos días de duda y preguntándome a mi misma ¿qué quiero hacer con mi vida?, al fin se me encendió la luz y me dije PERIODISMO. Una de las asignaturas que más me ayuda es la literatura castellana y por eso ahora estoy haciendo esta asignatura.

La verdad es que yo tengo un grave problema de expresión y de faltas de ortografía, pero decidí plantar cara a este problema y estar más atenta a la hora de escribir. Además yo no soy una lectora habitual y si no me obligan no leo. Aunque no lo haga mucho me gusta leer porque me hace evadir de la realidad y me gusta mucho imaginarme dentro de la historia y ser yo la protagonista. Se perfectamente que en esta asignatura, como el año que viene en literatura catalana, me van hacer leer mucho. La lectura es muy importante en la vida porque te ayuda a tener imaginación.

¿Por qué hago Literatura Castellana?

A diferencia de las Matemáticas, la Literatura te permite volar. La pintura, por ejemplo, también te permite hacer con tu imaginación lo que quieras, aunque de una manera más desmesurada. Las Matemáticas, por lo contrario, se sitúan en el extremo más lejano del arte. A mí me gusta volar. La Literatura me permite volar hacia mundos distintos, no mejores, pero si distintos. Algunos autores consiguen que estos mundos sean realmente peligrosos... te llenan las horas, te consiguen conducir hasta donde ellos quieren, te engañan con historias totalmente fantásticas aunque verosímiles, te hacen querer a sus personajes y a ellos mismos, te regalan sus conocimientos y, en los casos más extremos, te vacían los bolsillos y te llenan las estanterías.

Esta asignatura consiste en aprender de los mejores: analizar sus obras, sus vidas, los distintos estilos (todos ellos buenísimos), sus haceres y deshaceres... su perseverancia. Aprender a escribir bien, a exponer unas ideas y poder desarrollarlas.

Porque me gusta escribir y me gusta hacerlo bien.

¿que POR QUÉ LITERATURA? VERÉIS...

Bien, empecemos por el principio. La razón por la cual yo hago bachillerato es  saber,  tener “culturita” general y esas cosas para algunos insignificantes, pero sobretodo para llegar a ser alguien en un futuro, para perseguir mi sueño.
¿Y por qué humanístico, que incluye esta asignatura para la cual estoy haciendo esta reflexión, y no cualquier otro? Pues, como decía antes, para poder hacer de mi sueño una realidad. En las ponderaciones me contaba más este bachillerato, bien, no nos engañemos, creo que ésta es la “versión superficial del asunto”, porque a mi parecer, hubiese escogido el mismo. Veréis...
Al tema, en el “pack” de esta modalidad de bachillerato me atraía hacer literatura castellana, ya que alucino, admiro y más, la capacidad de las personas que ejercen las profesiones relacionadas con la literatura, como los escritores de novelas, de poemas..., en fin, arte.
No olvidemos también a los artistas que han dejado la “huella” para que esta gente pueda desarrollar su afición, una corriente que permite a miles de personas disfrutar. Sin ellos esta corriente literaria actual no sería posible.
Recapitulemos, respondiendo a la pregunta del texto, hago literatura por placer. ¿O es qué pensáis que cuando leemos, expresamos nuestros sentimientos... no estamos ejerciendo la literatura?

¿POR QUÉ HAGO LITERATURA?

En 1º de Bachillerato podíamos escoger dos bloques de asignaturas: por un lado economía y matemáticas; y por otro, literatura castellana y latín. Yo escogí la segunda opción ya que me apasionan las letras. Me maravilla cómo los poetas y los escritores usan la palabra para construir textos literarios que tienen una cierta belleza artística y que te hacen pensar y sentir.
Asimismo, me produce una gran satisfacción leer y mirar a través de los poemas, es decir, a parte de buscar la métrica y la rima, me fascina encontrar el tema y averiguar por qué el poeta lo escribió así; y a continuación, buscar qué le ocurrió en su vida y relacionarlo con su obra.
En resumen, la literatura es un arte y una manera de entender la vida; y por eso me apetece continuar mis estudios relacionados con las letras y el arte.