Leer el Quijote supone un gran esfuerzo. Al principio ves que es un libro muy extenso y piensas: ¡Ay, Dios mío, esto lo tengo que leer yo! Pero si le pones ganas y tienes al
lado alguien que te pueda ayudar resulta mucho más ameno. Lo complejo del Quijote es el vocabulario y el castellano viejo que emplea Cervantes, pero con un diccionario al lado todo se soluciona. Pero a pesar de la complejidad, las aventuras que pasa Quijote son muy divertidas, aunque a veces me llegué a sentir mal porque le tomaban mucho el pelo. Después de haber leído parte del libro entendí porque es una obra importante de la literatura y lo que significó en su momento. Me resulta fascinante que en esa época se escribiera tal libro.
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Leer el Quijote ha sido todo un reto, ahora ya puedo decir – ¡Me he leído el Quijote!
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