viernes, 22 de abril de 2011

CUADERNO DE BITÁCORA V

 (ver EL PRIMER DÍA, EL SEGUNDO DÍA, EXTRACTO DEL DIARIO DEL CAPITÁN, EL PRINCIPIO DEL FIN)
LA CAÍDA DEL EUROPA

Jueves, 16 octubre 1768

Todo el mundo se despertó, casi todo el barco sufría las consecuencias de la ingesta de ron del día anterior. El capitán pasó revista a sus oficiales y se dedicó a hacer sus tareas matutinas mientras Mendoza y de la Fuente se dedicaban ha hacer inventario de la munición. La mañana transcurrió sin incidencia alguna hasta que Iñigo Beltrán, un joven mozo al que todo el mundo tenia aprecio divisó  tres navíos, en concreto dos galeones y una nao que se acercaban al Europa a toda velocidad mientras éste permanecía inmóvil. Acto seguido, el capitán Espinoza dio la orden de poner en marcha el navío, pero ya era demasiado tarde.
Las tres naves enemigas aparecieron a barlovento por lo que el Europa estaba  a sotavento por lo que no podía huir. Los tres navíos los dirigía un corsario que  decidió hacerse con las últimas reservas de oro de España para entregar una parte a su país. 
Espinoza decidió atacar, la primera, segunda y tercera batería de cañones estaban armadas, pero de golpe un cañonazo enemigo alcanzó el bauprés, otro el timón y otro derribó el palo de mesana. Pocos daños más sufrió el Europa aparte de los citados anteriormente pero la nave quedó ingobernable. Al cabo del rato se procedió al abordaje del navío, pero con la cantidad de hombres a bordo del Europa en menos de un par de horas acabó la batalla con los dos galeones hundidos y la nao huída.

Después de comprobar los daños del navío y las bajas de la tripulación se llegó a la conclusión de que había que abandonar el navío y deberían usar los botes para navegar a la isla más cerca que tenían, Córcega o Cerdeña, para avisar así a la armada ya que la preciada carga del navío permanecía intacta.
No todo salió como se esperaba, un barco pirata, una nao que había divisado al Europa había sido testigo de la batalla naval y decidió rematar el abordaje del Europa. Un marinero sugirió que habían de defenderse, los cañones permanecían casi intactos y la potencia de fuego continuaba siendo enorme y además podrían capturar el barco enemigo para dirigirse a puerto con el oro. Ante esta reflexión el capitán discrepó, un mozo le había informado que la munición había desaparecido, el ron y la pólvora habían sido esparcidos por la bodega y la escasez de hombres propiciaba la pérdida de toda a tripulación, pero lo que verdaderamente dolió al mozo fue que alguien cometiera el sacrilegio de desperdiciar el ron,  así que Espinoza decidió abandonar el barco en los botes que aún quedaban.
Espinoza, Mendoza y de la Fuente que veían extinto su plan de deserción decidieron quedarse en el barco para hundirse con él, la tripulación no lo permitió, pero de todos modos debían irse; lo que quedaba de tripulación abandonó la nave en los botes y los tres hombres se quedaron en el barco, después de todo lo vivido aquél día nadie preguntó por Mariano Costa, todo el mundo creía que había muerto en el ataque.

El panorama desde los botes era desolador, el mozo Iñigo Beltrán desde la distancia vio como el Europa era apresado por los piratas y en poco menos de una hora el barco pirata salió veloz como si la parca los persiguiera. Así fue, porque una gran explosión sacudió el mar, El Europa había estallado, desde lo más hondo del corazón los marineros de los botes vieron como según creían, que el capitán en un acto de valentía había hecho estallar el barco con la pólvora que había en él. Lo que después vieron fue inverosímil, el cielo se tiño de dorado y una lluvia de agua y oro cubrió parte del cielo, la carga del Europa reposaba en las profundidades del mar.

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