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Fotografía de Joyas de Cantabria |
En esa parte de la ciudad raramente se encontraba taxi y los autobuses ya no circulaban. La humedad y el frío de la noche se me estaban metiendo en el cuerpo. Caminaba cansado mientras vibraba en el aire la última campanada que anunciaba la medianoche. Fue entonces cuando de repente oí, más allá de aquella esquina extrañamente iluminada, un profundo grito que me atrajo. El sentido común me decía que huyera rápidamente, pero ese grito que nos podía transmitir miedo o peligro, a mí me produjo una gran intriga. Dicho esto, ¿ya os podéis imaginar lo qué hice, no? Pues sí, me fui acercando poco a poco a esa esquina, con miedo, con el teléfono en la mano por si las moscas y fue entonces cuando vi algo que nunca podré quitarme de la cabeza: esa chica tumbada en el suelo, medio desnuda... y esas preguntas que me pasan por la cabeza desde ese día: ¿hice bien en ir?, ¿por qué nos intrigan tanto las cosas, o simplemente ruidos? Seguro que serán retóricas toda la vida...
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